Arde mi Ser





viernes, 2 de julio de 2010

(...)

El tiempo de Ibya se repartía entre droga, melancolía, Jimmy Hendrix y su psicodélico Hey Joe, ver pelis japonesas de chicas góticas que se abandonaban a la bebida y al sucio placer de la masturbación, inútiles e incomprendidas, como muñecas pasadas de moda; o putas cuya entrepierna había alcanzado la fecha de caducidad.
Le gustaba compararse con ellas porque no se sentía sola, sino más bien acompañada; y era perfecto. Podía sumergirse en aquellas atrevidas fantasías hasta que cesaba el efecto. Q veces porque no quedaba droga; a veces porque se quedaba dormida o porque rompía a llorar.

Le atraían de forma misteriosa aquellas mujeres guapas con los ojos oscurecidos de la pintura, el pelo rapado y el cuero coronado de pinchos cernido a sus gargantas; las medias de rejilla, los dedos entorpecidos de anillos, los labios rojos y la mirada ahogada en alcohol y recuerdos desenterrados por el efecto de la infelicidad.
Mujeres que se masturbaban como último recurso; inteligentes, ligeras; gatos negros en la noche, lindas, temblorosas e influenciables. Ángeles heridos en su amor propio.

1 comentario: