Y ella gritó: revoluzión! Y se llenó los ojos de la luz de la esperanza, se le hinchó el corazón y comenzó a bombear como la primera vez que hueles una flor o gimes mientras haces el amor. Comenzó a elegir su camino..
Arde mi Ser
sábado, 3 de julio de 2010
Starways
viernes, 2 de julio de 2010
Don Roca era un tío que se la machacaba pensando más en Eastwood que en la Pleiffer, y tenía fama de practicante: rompía culos con braveza. Lo tomaban como un maldito enfermo al que todos los machotes preferían no acercarse. Si te inculcaban unos valores, se había que apedrear a aquel que se saliera de las reglas.
Y Don Roca era, sin lugar a dudas, la excepción que la regla desea corromper.
Y Don Roca era, sin lugar a dudas, la excepción que la regla desea corromper.
"Nunca llegarás a saber que eres la razón por la que aún vomito en el váter"
"Te he chupado la polla y aún no me he aprendido tu nombre"
Y por si fuera poco...
Miles de banderas de España colgando por las ventanas, representando la estupidez de la gente.
Españolito que no te pertenezco.
Y joder joder y rejoder!
"Te he chupado la polla y aún no me he aprendido tu nombre"
Y por si fuera poco...
Miles de banderas de España colgando por las ventanas, representando la estupidez de la gente.
Españolito que no te pertenezco.
Y joder joder y rejoder!
(...)
El tiempo de Ibya se repartía entre droga, melancolía, Jimmy Hendrix y su psicodélico Hey Joe, ver pelis japonesas de chicas góticas que se abandonaban a la bebida y al sucio placer de la masturbación, inútiles e incomprendidas, como muñecas pasadas de moda; o putas cuya entrepierna había alcanzado la fecha de caducidad.
Le gustaba compararse con ellas porque no se sentía sola, sino más bien acompañada; y era perfecto. Podía sumergirse en aquellas atrevidas fantasías hasta que cesaba el efecto. Q veces porque no quedaba droga; a veces porque se quedaba dormida o porque rompía a llorar.
Le atraían de forma misteriosa aquellas mujeres guapas con los ojos oscurecidos de la pintura, el pelo rapado y el cuero coronado de pinchos cernido a sus gargantas; las medias de rejilla, los dedos entorpecidos de anillos, los labios rojos y la mirada ahogada en alcohol y recuerdos desenterrados por el efecto de la infelicidad.
Mujeres que se masturbaban como último recurso; inteligentes, ligeras; gatos negros en la noche, lindas, temblorosas e influenciables. Ángeles heridos en su amor propio.
Le gustaba compararse con ellas porque no se sentía sola, sino más bien acompañada; y era perfecto. Podía sumergirse en aquellas atrevidas fantasías hasta que cesaba el efecto. Q veces porque no quedaba droga; a veces porque se quedaba dormida o porque rompía a llorar.
Le atraían de forma misteriosa aquellas mujeres guapas con los ojos oscurecidos de la pintura, el pelo rapado y el cuero coronado de pinchos cernido a sus gargantas; las medias de rejilla, los dedos entorpecidos de anillos, los labios rojos y la mirada ahogada en alcohol y recuerdos desenterrados por el efecto de la infelicidad.
Mujeres que se masturbaban como último recurso; inteligentes, ligeras; gatos negros en la noche, lindas, temblorosas e influenciables. Ángeles heridos en su amor propio.
Historia de una chica fría como el hielo
¿Qué le depararía el futuro?
Una chica débil que le da al tabaco, tiene la mente distorsionada por los canutos y acude a la taza del váter de rodillas, devolviendo lo que no le cabe dentro, agresivamente, esperando encontrar algo de tranquilidad.
¿Es que lo tenía todo perdido? No.
Ibya acariciaba los recuerdos con dulzura, les decía, en voz alta y suave que nunca se separaría de ellos. La noche siempre conseguía desnudarla con su aliento gélido y tembloroso que desaba respirarla y envolverla...
Tenía muchos secretos que desvelaba cuando estaba triste. Con el tiempo pensó que era porque necesitaba recordar a través de otros quién era ella. Otra manía era la de sonreír todo el tiempo cuando su corazón latía por latir.
Una chica débil que le da al tabaco, tiene la mente distorsionada por los canutos y acude a la taza del váter de rodillas, devolviendo lo que no le cabe dentro, agresivamente, esperando encontrar algo de tranquilidad.
¿Es que lo tenía todo perdido? No.
Ibya acariciaba los recuerdos con dulzura, les decía, en voz alta y suave que nunca se separaría de ellos. La noche siempre conseguía desnudarla con su aliento gélido y tembloroso que desaba respirarla y envolverla...
Tenía muchos secretos que desvelaba cuando estaba triste. Con el tiempo pensó que era porque necesitaba recordar a través de otros quién era ella. Otra manía era la de sonreír todo el tiempo cuando su corazón latía por latir.
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